miércoles, 8 de marzo de 2017

No todo lo que reluce es oro

John Keating llega como profesor de literatura a una tradicional colegio privado de Welton. Sin embargo, pronto se convertirá para unos cuantos alumnos en algo más que un instructor. Pasará a ser un guía, con unas propuestas de vida nada convencionales, basadas en el carpe diem, aprovechar el momento presente antes de que se esfume.

Se puede considerar El club de los poetas muertos como una de esas películas que no te dejan indiferente: o te gusta o no, pero nunca un sin más, de esas que pasan sin pena ni gloria. Una película que hace que todo el mundo empiece a darle al coco y se quede varios días (por lo menos esa es mi experiencia) pensando en lo que ha visto.

Personalmente lo cierto es que a mí  me gustó, y mucho. La vi ya hace dos años, aunque más de una vez, pero la recuerdo por tener una trama que te atrapa en todo momento, y que va cogiendo aún mayor fuerza a medida que avanza la película. El director, Peter Weir, consigue que te identifiques con uno u otro personaje y que el desenlace de las respectivas historias de cada uno no te sea indiferente gracias también a un guión sobresaliente. La banda sonora, espectacular, de las que se te queda en la memoria y tarareas o pones de sonido de llamada y con unos diálogos y escenas espectaculares que dejan mucho que pensar. Robin Williams hace sin duda uno de sus mejores papeles y está acompañado por una serie de jóvenes actores maravillosos entre los que destaca Robert Sean Leonard.

Sin embargo, El Club de los poetas muertos, tiene dos pegas, en mi opinión, imporantesLa primera de ellas el final (el de la historia del personaje de Sean Leonard, no la escena final, que me parece una obra de arte, y que ya ha sido colgado previamente en este blog). He visto pocos finales que arruinen más una película de lo que éste, en mi opinión, ha hecho. Totalmente desproporcionado, inoportuno, y que no venía a cuento. ¡A quién se le ocurre...! Y en segundo lugar la engañosa carga moral que transmite. Creo que todo el rollo del carpe diem es muy bonito pero en su contexto, no en el que en algún momento se intenta meter durante la película. De hecho, se muestra en el susodicho final (los que la hayáis visto espero que lo entendáis, no quiero añadir más por si hay alguien que no la ha visto aún).

El profesor Keating, con todo el programa revolucionario que propone, está haciendo algo muy bueno que es promover el afán por las humanidades, por las letras, el interés por ellas. Pero mediante ésto, se da un ataque a lo tradicional, representado por las exigentes normas del colegio privado donde se desarrolla la película, que se mete de manera más sutil. Se presenta lo tradicional como algo malo, anclado en el pasado y anticuado, que ya no sirve. La disciplina como algo que oprime y que incapacita al alumno a desarrollar todo su potencial, cuando lo que hace realmente es enseñar a cada cual a vivir de manera ordenada.

En definitiva, recomiendo ver esta película sin ninguna duda porque me parece extraordinaria a nivel cinematográfico, aunque no para todos los públicos ya que hay que tener muy claro cuándo el carpe diem está muy bien y cuándo no tanto. Hay que saber que no es oro todo lo que reluce.

jueves, 2 de marzo de 2017

No le hacía falta

La la land. La Ciudad de las Estrellas. Esa película que ha supuesto una revolución absoluta este año. Que probablemente marque un punto de inflexión a la hora de hacer cine a aquellos a los que les ha fascinado. Porque es una película diferente, un musical lleno de color, que transmite alegría, una visión optimista de la vida. Novedosa y como de toda la vida al mismo tiempo.

Chazelle nos cuenta la historia de una joven aspirante a actriz que busca su oportunidad en el complicado mundo de Hollywood y un amante del jazz que intenta que a esta clase de música se le vuelva a valorar como antes. Chazelle nos narra esta historia que, en el fondo, se trata de un homenaje a dos de los pilares más importantes de la sociedad americana, el jazz y el cine. Es decir, un homenaje a los propios Estados Unidos.


El peso de la película lo llevan totalmente Emma Stone y Ryan Gosling, puesto que casi prácticamente no hay actores secundarios. Y lo llevan de una manera excepcional, con unas actuaciones soberbias, destacando especialmente la de la actriz nacida en Arizona, que ha recibido el reconocimiento que merece siendo la ganadora indiscutible en todos los premios más importantes. Su papel es de 10, apareciendo prácticamente en toda la película, y le va a servir para consolidarse como una de las mejores actrices de los próximos años. Natalie Portman debe estar lamentándose de haber coincidido su nominación el mismo año, pues su actuación en Jackie también es magistral. Y con Gosling pasa lo mismo. Uno de los mejores papeles, si no el mejor, de un actor que está llamado a convertirse en uno de los grandes. Lástima que finalmente no se llevase el premio, pero es que la competencia que tenía era bestial. Sin tener una coreografía espectacular, es sin duda de los mejores musicales de los últimos tiempos. No tiene demasiadas canciones, pero en mi opinión las que hay son fantásticas, destacando especialmente a la nominada The fools who dreams y a la ganadora del Oscar y tema principal de la película City of Stars, que dio su nombre al título de la película en España. Una película que consigue que salgas del cine con ganas de cantar y bailar, aunque no tengas ni idea, y con interés y gusto por el jazz, aunque no te haya atraído en la vida.

Fue la ganadora indiscutible en los Globos de Oro y en los BAFTA, entre otros, con 7 y 5 premios respectivamente incluyendo el de mejor película. Y sin embargo, la Academia, aún recibiendo 6 de las 14 figurillas a las que optaba, pensó que no era la merecedora ganadora de la mejor película del año. Moonligth fue la premiada. A pesar de que iba como indiscutible favorita, finalmente no fue la ganadora. Probablemente por ésto mismo, porque los encargados de nombrar los premios decidieron que la gala tenía que tener alguna sorpresa, que si no sería demasiado evidente todo. Los favoritos a mejor director (Damien Chazelle), actor y actriz principal (Casey Affleck y Emma Stone), y secundarios (Mahershala Ali y Viola Davis) fueron finalmente los galardonados. Alguna sorpresa tenía que haber, si no poco se hablaría al día siguiente. Y decidieron dar el sorpresón en el mayor premio, el de mejor película, justo en en el que parecía que estaba todo el pescado vendido. Porque, para ser sinceros, pocos esperaban que Moonlight fuese finalmente la ganadora. No sólo porque La la land tenía todas las de ganar, si no porque este año es probable que haya habido mejores películas, como Hasta el último hombre, La llegada o Fences. Sin embargo, no fue ninguna de ellas la película del año para la Academia que reparte los premios del cine más importantes, sino que fue Moonlight, una película que narra la historia de un joven afroamericano que ha tenido una dura infancia y que vive en los barrios conflictivos de Miami.

Personalmente, creo que la justa ganadora habría sido La la land. Y la manera en que perdió el Oscar fue cruel, al equivocarse la organización de la gala y anunciarla como ganadora para luego, con ya todos los integrantes subidos en el escenario, decirles que había habido un error y que la ganadora era la película dirigida por Barry Jenkins. Sin embargo, este premio no era necesario para una película que ha cautivado a millones de personas.  Todas esas personas, entre las que me incluyo, no necesitan que la Academia le dé el Oscar, aunque por supuesto que nos hubiese encantado. Porque es una de esas películas que se te quedan en la memoria, de las que no te olvidas. No sé si Moonlight pasará a la historia del cine, pero seguro que La la land sí lo hará.

Querida Academia, no os preocupéis, no le hacía falta vuestro reconocimiento. Ya tiene el de los amantes del cine.