Tevye: ¿Me quieres?
Golde: ¿Que si qué?
T: ¿Me quieres?
G: ¿Que si te quiero?
T: ¿Bien?
G: Con los casamientos de nuestras hijas y todos estos problemas en el pueblo estás alterado, estás agotado. Entra y túmbate, quizá sea una indigestión.
T: Ah, no, Golde, estoy haciéndote una pregunta: ¿me quieres?
G: Estás loco.
T: Lo sé, pero ¿me quieres?
G: ¿Qué si te quiero?
T: ¿Bien?
G: Durante 25 años he lavado tu ropa, cocinado para ti, limpiado tu casa, te he dado hijos, ordeñado tu vaca. Después de 25 años, ¿por qué hablar ahora de amor?
T: Golde, la primera vez que te vi fue el día de nuestra boda. Tenía miedo.
G: Yo estaba asustada.
T: Yo estaba nervioso.
G: Y yo también.
T: Pero mi padre y mi madre dijeron que aprenderíamos a querernos, y ahora te estoy preguntando: ¿me quieres?
G: ¡Soy tu mujer!
T: ¡Lo sé! Pero ¿me quieres?
G: (Hablándose a sí misma) ¿Le quiero? …
T: ¿Bien?
G: He vivido con él 25 años, he luchado con él, pasado hambre con él. 25 años, mi cama es suya, si eso no es amor, ¿qué es?
T: ¡Entonces me quieres!
G: Supongo…
T: … y supongo que yo a ti también.
Ambos: No cambia nada… pero incluso así, después de 25 años es agradable saberlo.
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