viernes, 9 de febrero de 2018

Gran Torino

-¿Qué tramáis, morenos?

-¿Nunca os habéis cruzado con alguien a quien no deberíais haber puteado? Ese soy yo.

-Hola, me llamo Walt.
-Hola Walt, yo soy Youa.
-Yogur, un placer.
-No... Youa.
-Ah Youa... Vale, vale.
-Bueno, ¿a qué se dedica?
-Arreglo cosas y poco más.
-¿Cómo qué?
-Bueno, acabo de arreglar esa lavadora de ahí, le arreglé el fregadero a la amiga de mi mujer y llevé a la tía Mary al médico a por unas recetas... y arreglado. Y hasta arreglé una puerta antes de que se rompiera.
-Ja, es gracioso.
-Me han llamado de todo, pero gracioso nunca.
-Bueno, me voy, que se divierta.
-Vale Yogur, un placer.

-Cuando las cosas se tuercen hay que actuar rápido.

-Mierda Padre, no se da por vencido ehh.
-Se lo prometí a tu mujer.

-Con los cabrones como tú en Corea hacíamos parapetos de metro y medio.

-Lo que haya que hacer, se hará.

-Cállate de una puta vez. ¿Quieres saber qué se siente al matar un hombre? Pues algo horrible, maldita sea. Lo único peor es que te den una medalla de valor por matar a un pobre crío que lo único que quería era rendirse. Sí, un amarillo joven y asustado como tú. Le disparé en toda la cara con esa arma que tenías en las manos hace un segundo. No hay un solo día que no lo recuerde y no querrás vivir con eso. Yo ya me he manchado las manos de sangre, las tengo sucias, por eso voy a ir solo esta noche.

-Bueno, ¿qué es lo que quiere?
- Le prometí a tu mujer que te confesarías.
- ¿Y por qué hizo tal cosa?
- Insistió mucho. Me obligó.
- ¡Qué manía con prometer cosas que no pueden cumplirse! ¿No, Padre?
- Hablemos de otra cosa.
- ¿De qué?
- De la vida y la muerte.
- ¿De la vida y la muerte? ¿Y qué narices sabe usted de la vida y la muerte?
- Quisiera pensar que mucho. Soy sacerdote.
- Ya. Se sube a predicar sobre la vida y la muerte pero lo único que sabe es lo que ha aprendido con cuatro curas y el manual del predicador principiante.
- No sé, la verdad, yo creo...
- La muerte es agridulce, agria por el dolor y dulce por la salvación. Eso es lo que sabe sobre la vida y la muerte y es patético.
- ¿Y usted señor Kowalski?
- Sé mucho. Estuve casi tres años en Corea. Pegábamos tiros, apuñalábamos con bayonetas, matábamos a críos de 17 años a palazos. Cosas que recordaré hasta el día que me muera, cosas horribles, pero con las que tengo que vivir.
- ¿Y qué sabe de la vida?
- Bueno, he sobrevivido a la guerra, me he casado, he tenido hijos.
- Parece saber mucho más de la muerte que de la vida.
- Tal vez Padre, tal vez.

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